Una instalación inspirada en el comportamiento bioluminiscente de las luciérnagas de Kuala Selangor.
Luci y los osciladores acoplados
Una característica general de la naturaleza, independiente de la organización del tipo de materia que se considere, es que está llena de osciladores. De las emisiones de energía en forma de radiación, cada una con su frecuencia característica, a los pulsares y a los planetas que giran alrededor de las estrellas, pasando por los sistemas biológicos, tales como la neurona que emite descargas eléctricas dentro de una cierta banda pasante, o el ciclo de Krebbs, la bomba de sodio, o por los sistemas geológicos, como la temperatura a lo largo de la historia de la tierra, o por los sistemas bursátiles, los precios, todo puede ser visto como sistemas oscilantes.
Todo junto, ese gran ruido, compone el orden que creemos adivinar en la naturaleza y que aparece en la forma relativamente equilibrada que percibimos, fruto de aquella lejana condición de desequilibrio inicial en el sistema entre la cantidad de materia y antimateria, 10 e -12 s después de la gran explosión. A un nivel de aproximación comparable a las dimensiones temporales humanas, la vida está llena de sistemas oscilantes complejos: los mecanismos homeostáticos presentes en todo tipo de animales, los miles de genes celulares que se regulan unos a otros en el sistema de expresión del genoma, las redes de células y moléculas determinantes de la respuesta inmune, las células del fascículo de Hiss, que regulan el latido cardíaco, los miles de millones de neuronas de las redes nerviosas que fundamentan materialmente la actividad mental, el aprendizaje y, a fin de cuentas, el pensamiento, son algunos ejemplos de sistemas que tienden a autoorganizarse.
Ciertas estructuras de información, como las redes booleanas, tal como las describiera el Dr. Stuart A. Kauffman, tienden, a partir de cualesquiera condiciones iniciales caóticas, a estabilizarse en determinadas secuencias de estados, atractores, mientras no se produzcan en el sistema fluctuaciones suficientemente fuertes como para romper dicha estabilidad. Se utilizan precisamente para modelizar sistemas biológicos como los que he mencionado. Pero acerca de los osciladores acoplados ha teorizado muy especialmente el Dr. Steven H. Strogatz, cuyos estudios se dedican a comprender los fenómenos de sincronización que presentan los grillos en su canto, las células del fascículo de Hiss cuando pulsan casi al mismo tiempo para marcar el paso de los latidos del corazón y hasta grupos de mujeres que tienden a presentar la menstruación casi al mismo tiempo.
También es el caso de algunas colonias de luciérnagas. El macho de la luciérnaga lanza una señal luminosa intermitente a lo que la hembra responde si el patrón de la intermitencia es suficientemente sexy para ella. En una colonia, las frecuencias de las emisiones de luz tienden las unas hacia las otras y, más tarde, se acoplan totalmente. Parece que la emisión de luz se lleva a cabo por reacciones químicas de oxido-reducción en la que intervienen tres sustancias: la luciferina -un fenol termoestable-, la luciferasa -una enzima- y el adenosin trifosfato -ATP-.La luciferina se une al ATP y forman un compuesto que se une a la luciferasa. En presencia de oxígeno, el conjunto formado por las tres moléculas se oxida dando lugar, por el aporte de ATP, que se transforma en ADP, a un compuesto excitado energéticamente -inestable-, la oxiluciferina, que se desliza, por medio de una liberación de energía en forma de luz, hacia su estado primitivo, a un nivel de energía más bajo, para volver a empezar el proceso con un nuevo aporte energético que llegará en forma de ATP nuevamente sintetizado.
He aquí un oscilador biológico apasionante, capaz de producir por si sólo un sinnúmero de experiencias estéticas.
En toda América hay luciérnagas que exhiben ese comportamiento lumínico periódico, lo vi por primera vez en la frontera entre Ecuador y Perú, en plena Selva Amazónica, con motivo de un viaje de estudios relacionado con el uso de Natem en la comunidad Shuar, pero lo que experimenté en Kuala Selangor, en Malasia, estaba más allá de lo que jamás hubiera podido imaginar. Parece que el fenómeno también se da en Nueva Guinea y otros lugares. Charcas enteras, árboles enteros, mangles, habitados por colonias enormes de estos insectos -son escarabajos, coleópteros, posiblemente Lampyridae pteroptyx malacae- terminan emitiendo destellos periódicos de luz verde en la noche selvática. Los osciladores independientes de cada insecto, tras un proceso de adaptación en el que el conjunto produce un cierto número de patrones de pulsación caóticos, determinado por las frecuencias independientes de pulsación de cada uno, llegan a acoplarse en una única emisión rítmica intermitente. Es decir, se autoorganizan.
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